Ese alguien que debería ayudarnos a entender el universo, a nosotros mismos y todo lo que nos rodea, es un profesional que si bien existe, no siempre -o para ser sinceros, casi nunca- llega hasta nosotros. Se llama divulgador/a científico/a, y es una persona capaz de entender y comunicar en un lenguaje sencillo, y en el mejor de los casos, además ameno, lo que ocurre en las mentes de los científicos, así como en sus despachos y laboratorios.
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Ciencia, investigación y divulgación / M.M. |
Pero por desgracia, a este profesional rara vez se le contrata y, en vez de ello, se recurre al personal de plantilla de la empresa, y entidad pública o de otra índole que tiene otras prioridades y que, salvo honrosas excepciones, sabe de ciencia pero no de comunicación, o -lo más habitual- a la inversa. Y en el mejor de los casos, el resultado, sin ser desastroso, deja mucho que desear. Más de un lector habrá estado tentado de llorar o de reír (mejor lo segundo) al escuchar, ver o leer algunas de las barbaridades que incluso medios de reconocido prestigio publican o emiten al informar sobre ciencia. No es de extrañar que se produzcan frustraciones y desencantos, y que la gente de a pie no entienda o rechace el trabajo de los científicos. Porque, nos guste o no, la ciencia no es sencilla, entre otras cosas porque maneja su propio lenguaje, más parecido a menudo a las matemáticas que a nuestras respectivas lenguas maternas. Y ocurre lo que ocurre...
Un parasitólogo avispado se ha puesto las pilas y puede que saque buen partido de esta situación. Su solución al problema es un editor de texto, el Up-Goer Five, que obliga a los científicos que lo usan a explicarse con las mil palabras más comunes del inglés. Lo publicaba esta semana ABC.es. Os adjunto una muestra de cómo funciona el invento:
Por ejemplo, un ingeniero de software describe así su trabajo:
«Mi trabajo consiste en decirle a la computadora que haga cosas con palabras que pueda entender. La gente quiere que el equipo haga cosas por ellos para hacer más fácil, más rápida o mejor alguna parte de su vida. La mayoría de las veces, hay muchas maneras diferentes de contar a la computadora qué hacer, y algunas formas son mejores que otras. El ordenador hará exactamente lo que se le diga que haga, lo que es una buena cosa si piensas como una computadora y mala si no (...) A veces, las palabras que se indican a la computadora no están del todo bien, y tienes que averiguar por qué (...).
Las palabras en rojo son cosa mía, para hacer más evidente lo que salta a la vista -y casi la daña, en mi caso-. Pero no prejuzguemos y esperemos a ver los resultados. Os dejo la fuente y os invito, eso sí, a opinar y polemizar todo lo que queráis aquí en el blog y en el twitter: @CienciaAsturias.
El toque humano, ese gran toque. Os dejo con esta frase que se me acaba de venir a la mente. Y como es viernes y ya se acerca la primavera en el lugar desde el que os escribo (España), os dejo con una viñeta que he buscado expresamente para la ocasión. Gracias, fantasmitas.com. Feliz fin de semana a todos.
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